ADIOS AL "CONTRA" CALABRO:
A su manera familiera [o sea: sin jugarla de estrella del espectáculo] Juan Carlos
Calabró hizo algo muy arriesgado: Nos hizo reir burlándose de casi todos nosotros.
Los "contras" insufribles somos nosotros, los "pelotazos en contra" somos nosotros,
y creo que apelando a esos dos prototipos, apenas le faltó burlarse de los sectores oligarcas [mal identificados como "aristócratas", que no significa lo mismo].
Calabró no nos hacía reir por la forma en la que le miraba el culo a las mujeres como
Olmedo, no nos hacía reir por la velocidad y agudeza con la que Guinzburg sacaba preguntas ingeniosas
de la galera, ni se vestía de mujer para caricaturizarlas hasta el límite como hace Gasalla, sino hablando
como porteño, vestido de porteño, y molestando como somos molestos "light" [pero crónicos]
todos los porteños.
Calabró llegó casi a todo lo que quiso, excepto al reconocimiento de sus pares del
"Show business".
Calabró llegó a las tribunas del fútbol... eso es mucho más importante
que el voto de los pocos periodistas de espectáculos que conceden los "Martín Fierro".
A su manera demostró con calidad, respeto, y cuidado profesionalismo, que se puede triunfar sin pelearse
ni pisarle la cabeza a nadie. Detrás de las cámaras fue otro de los personajes más nuestros: el del sujeto
capaz de hacer gauchadas desinteresadas, algo de lo que hay cientos de testimonios... y que lamentablemente son personajes
cada vez más escasos.
Se lo va a extrañar mucho, Señor Juan Carlos Calabró.
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