EL GATO CHINO DE KEYNES: [Este modesto ensayo es una vuelta de tuerca de la "Fábula del gato" dicha por Felipe González, y adaptada a la Argentina].
El Mercado comenzó a actuar como una dictadura caprichosa y, la política pasó a ser una competencia para ver quiénes gestionan mejor los intereses del Mercado, y ya no de sus naciones, por lo que más que ser "el arte de lo posible", la política pasó a ser "el arte de comunicar las cosas increíbles que los políticos hacen a espaldas de sus pueblos".
Los chinos [que están saliendo del comunismo] dicen: "No importa el color del gato, su razón de ser es cazar ratones".
Aquí hay varias confusiones, primero, el mercado que funciona como una dictadura es el mercado financiero solamente [y con eso alcanza], y la política ya no es ese viejo arte, en gran parte porque se ha mestizado con la economía: Antes la política era recaudar y administrar el gasto público, pero ahora le pedimos que ayude a nuestras economías privadas a tener éxito.
Entonces, parte del gasto público va a aumentar salarios para reactivar la economía [y el gato se come un ratón], después se usa para financiar créditos blandos [y el gato se come otro ratón], y después sale a auxiliar bancos en apuros [y el gato sigue comiendo, y lo ha hecho en Argentina, en España, e incluso en U.S.A., porque al gato no le importa el color de la bandera, ni tampoco tiene "paladar fino", ni quiere comer un solo tipo de comida en un solo lugar, por lo que come todo tipo de ratones, y en todos los sitios que pueda].
Y lo peor de todo: el Estado entra en déficit y se endeuda a tasas usurarias con el mismo sector bancario y financiero al que antes ha ayudado gratis... ¡ y el gato no se come al ratón !, sino que empieza a jugar con él: lo atrapa y lo suelta, lo atrapa y lo suelta, [que es lo que pasa con las deudas públicas, su cobro, y su refinanciación].
¿ La culpa es del gato ?: No, era previsible e inevitable que el gato hiciese eso, porque está en su razón de ser, entonces, la culpa es de Keynes desde el momento en el que él les dió a los políticos la receta para quedarse para siempre en el poder.
Los mercados [todos, por un momento dejemos de identificarlos con el mercado financiero exclusivamente] siempre tienen necesidades de más dinero: el mercado laboral pide aumentos de salarios, las empresas necesitan crédito para producir como ha sido siempre, pero, ahora se aprovechan del keynesianismo de los políticos para sacarles créditos "blandos", y el sector bancario y financiero que especula usando nuestro dinero, cuando apuesta y pierde, acude al Estado para que tape sus "rojos", chantajeándolo con quebrar desatando el caos y la anarquía.
En la época en la que al Estado lo manejaba monopólicamente la oligarquía, los capitalistas, los financistas, y los terratenientes, tenían a su gente en los puestos clave del gobierno, y luego, el gobierno operaba para favorecer sus negocios. Entonces era razonable que el gobierno tuviese un estilo "inglés", y se comprometiese en favorecer los negocios de sus jefes, de modo que el gobernante era una cruza entre el político y el comerciante.
Cuando la democracia venció a la oligarquía, automáticamente se volvió populista, con la notable excepción del único gobierno democrático no populista que fue el del Presidente Arturo Illia, que "en los papeles" no fue plenamente democrático porque estaba proscripto el partido justicialista o "peronismo", que no era democrático sino fascista [por lo que bien proscripto estaba, aunque se cometió un error: hubo que proscribir al fascismo, y después llevarlos a juicio público por sus demostrables prácticas fascistas, condenarlos y hacerlos desaparecer como partido político, en vez de hacer desaparecer a sus militantes y sindicalistas que, en el fondo, luchaban por las justas reivindicaciones de los trabajadores].
Inevitablemente el populismo necesita del keynesianismo para gobernar y, curiosa pero comprensiblemente, las oligarquías [o más bien sus hijos liberados de la antigua ceremoniosidad oligarca] han aprendido a ganar mucho dinero durante los gobiernos populistas, y el hecho que lo demuestra es que después de cada uno de ellos, el pobre se hizo más pobre, y el rico se hizo más rico, insisto, en cualquier lugar del mundo.
La novedad de populismo argentino del siglo XXI, es que los políticos han entrado al círculo de los empresarios y terratenientes, y hasta tienen tanto o más dinero que los viejos oligarcas, pero, no saben competir como buenos empresarios, sino como empresarios keynesianos "apalancando" sus fortunas con negocios que siempre implican una pérdida de dinero para el Estado. Lo que pasa es que si como políticos no saben hacer otra cosa que keynesianismo, como empresarios no saben hacer otra cosa que negocios sobrefacturándole al Estado: ¡ y esto no es otra cosa que el ratón comiéndose a si mismo !
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