En medio de una crisis lo mejor sería que salga de viaje el Canciller, que para eso se le paga su buen sueldo, a no ser que el gobierno haya querido ir a ver personalmente el famoso Circo Romano, para preparar el triste espectáculo que se da en frente del Congreso de la Nación con las carpas oficialistas, mientras se debate haciendo tiempo hasta comprar los apoyos necesarios para aprobar el proyecto del ejecutivo sin correrle una coma.

Ni el proyecto es genial, ni nadie se cree la excusa de la redistribución, ni tampoco el gobierno se juega todo su prestigio [pues habría que tener algo de prestigio ganado con anterioridad], y ni hablar del primer mundo sino aquí nomás en Brasil, Chile, o en Uruguay, ninguno está pasando por esta encrucijada [ni nada que se les parezca] como este pantano del que nuestro gobierno no puede salir, excepto cuando sale de viaje a contarle al mundo cómo hay que defender los derechos humanos, o cómo se debe hacer para abastecer de alimentos a un mundo con hambre.