[A] Los cuatro mandamientos: Desordenados por naturaleza, son más quienes están a favor de la improvisación, en un nivel tan arraigado que son desordenados creyendo ser ordenados, sin ni siquiera saber que la suya es una filosofía de vida adoptada o heredada.
La actual generación está perdida, por eso para las nuevas propongo que practiquemos regularmente cualquier deporte en grupo con la familia y amigos [que no sea ir de cacería]. Lo más barato es que padres, madres, hijos, amigas y amigos, jueguen todos al ajedrez que debería ser un hábito social [no me van a hacer caso, pero las mujeres podrían jugar al ajedrez mientras chusmean, o mientras están en la peluquería, etc.].
Para igualar las cosas y no darles ventajas a los teóricos que se saben de memoria todas las aperturas, le hice esta modificación al ajedrez: un tablero de 8X9 para jugar con una línea más de separación entre blancas y negras, o para jugar sobre el lado de 9 casilleros [escaques] agregando, obviamente, un peón más y una pieza novedosa entre el rey y la reina, que podría llamarse peón abanderado, líder, sargento, capataz, o líbero [un peón normal con una "bufanda" atada al cuello]: este peón es 100% igual a los peones clásicos, pero además, puede ir y volver hacia los lados pero nunca hacia atrás. Su presencia hace imposible el enroque largo que deja de existir. Comienza la partida el blanco que ubica el rey y la dama como le guste [a la derecha o a la izquierda del peón líder central] y después mueve, a su turno el negro hace lo mismo: ubica su pareja real [en "paralelo" u "opuestos" a los del blanco] y después mueve: Hasta ahora soy el primer bicampeón mundial de estas variantes y recomiendo que los juegos vengan con dos damas suplentes porque se corona mucho.
Jugando, haga de su hijo un ajedrecista pues "de rebote" obtendrá un chico ordenado y con paciencia para el estudio, y sólo habría que agregarle a su educación la memorización de estos cuatro simples mandamientos [una tradición de mi familia]:
[A] Primer mandamiento: Si está limpio, no lo ensucies.
[B] Segundo mandamiento: Si está sano, no lo rompas.
[C] Tercer mandamiento: Si está vivo, no lo mates.
[D] Cuarto mandamiento: Si no es tuyo, no lo toques.
Una persona que es educada dentro de la moral "claudiana" jamás aceptaría un nombramiento político como el que hicieron los radicales al poner a un político en el Senasa [cuando nos volvimos a apestar con aftosa y los políticos sorprendidos hicieron lo único que saben hacer: mentir ante lo obvio].
¿ Hubiera caído ese gobierno de no entrar en déficit de comercio exterior por cerrársele todos los mercados para nuestras carnes, en lo que creo que fue la primera ficha de un "dominó en avalancha" [un juego alternativo con cientos de fichas de dominó] que a cada intento de corrección empeoraba ?
Aceptar un nombramiento político sin saber nada de la materia viola los mandamientos 2 y 4, y además, sabemos que en el ajedrez no se puede hacer trampas, pues definitivamente no es como el truco en el que se puede mentir [radicales y peronistas abstenerse], además, con tantos campeones del mundo comunistas, el ajedrez definitivamente es progresista, por ejemplo, el único campeón de U.S.A. fue el admirable Bobby Fischer, y el gobierno de su país lo quería crucificar.
Lo precedente es obviamente formación para que la gente internalice el orden y la planificación, pero, es una decisión privada demasiado improbable de ser seguida por las masas, por lo que entonces le cabe al Estado ordenar la forma de ser de su pueblo intentándolo en las etapas tempranas de la educación, lo que se ha descartado por miedo a caer en algún tipo de fascismo [excepto por los peronistas kirchneristas que no tuvieron escrúpulos para crear una secretaría de Estado para controlar el pensamiento nacional]. Pues bien, el Estado no hace nada a nivel educación [que es más barato], y después tratará de corregir a multitudes de vándalos con inútiles y costosas campañas publicitarias.
Si el Estado decide no invertir dinero en formar a su pueblo, después no debería hacer "ojos ciegos" a lo que ha obtenido, y discriminar por edades a sus ciudadanos con chances de acceder a la función pública: menos de 30 años en los puestos creativos, de 31 a 50 años en los de toma de decisiones, y de 51 a 70 años en los de control.
Con la edad se gana conducta y paciencia, pero, se pierde inteligencia y creatividad [también hay excepciones de los que acumulan envidia y resentimiento] y por eso sería prudente poner gente de treinta años en los lugares de creación, de cincuenta en los de toma de decisiones y de setenta en los de control, siempre que estos hayan tenido una carrera privada exitosa que les asegure una retiro cómodo sin nececidad de autoprocurárselo mediante negociados [y si el mundo está como está, es porque hay apenas una centena de sujetos de treinta años rotándose las 24 Hs del día para mover dinero electrónico especulativo más rápido de lo que gira el mundo].
Parece una idea clasista y antidemocrática el impedirle llegar a los pobres a los altos cargos jerárquicos de la función pública porque el dinero que nunca tuvieron puede tentarlos, mientras que los hombres de fortuna son inmunes [coincidamos en que por lo menos son inmunes a las cifras chicas y que, las cifras grandes, son más difíciles de ocultar].
No importa lo "formal", en los hechos cuanto más pobre sea una nación, más pobres serán sus jueces y por lo tanto más prudente sería el tener juicios por jurados. Una nación más rica puede pagar sueldos de reyes y ascender a sus jueces a una especie de "nobleza" a la que sería lógico exigirle una gestión de excelencia técnica, calidad humana y honorabilidad.
Lo que se aplica a los jueces también vale para los demás funcionarios: cuanto más pobre sea una nación, más inteligente sería tener un ejecutivo colegiado, mezclando gente de varias generaciones, con un presidente que cumpla funciones limitadas como las protocolares, auditar gestiones, y arbitrar conflictos entre todos los ministros que deberían ser elegidos democráticamente en vez de "a dedo".
En síntesis, a falta de una competencia clara y limpia para seleccionar funcionarios probos, las leyes constitucionales deben pautar un orden como el recién descripto que [aunque sólo sea uno entre varios posibles], otorgue ciertas garantías y elimine no pocos focos de conflicto.
[B] Ordenar por sexo: El cupo femenino debe elevarse al 50% dejando atrás al arbitrario 30% con los peores lugares en las listas y sin incluir al poder ejecutivo. La solución es tener un gobierno 100% masculino, y a continuación otro 100% femenino [las reelecciones serán "eternas", pero sin cambiarse de sexo].
[C] Orden y responsabilidad: Cada vez que asuma un funcionario, se le dará una lista taxativa de responsabilidades, por ejemplo, un horario de trabajo para ministros, diputados y senadores, como los que tiene cualquier trabajador del país.
[D] Prioridad por reincidencia: Un gobierno medianamente inteligente debería hacer las cosas más sucias primero, el mejor ejemplo es que antes de remodelar un hospital y agregarle un ala de cirugía robótica, hay que hacer un control de plagas [roedores e insectos], y luego reparar las cañerías, en especial las cloacas.
Esto es lo que hace cualquier persona al mudarse a una casa nueva, y no debería ser diferente para un gobernante municipal, provincial, o nacional, y debería resolverse en sus primeras semanas de trabajo.
Cuando un problema constantemente reincide, hay que sacárselo drásticamente de encima, sin embargo, es suficientemente conocida y probada la costumbre de los políticos de no hacer nada, postergar el problema antes que enfrentarlo, y si es posible dejárselo al gobierno siguiente.
Esto también pasa a nivel empresario [ellos le han puesto por nombre "hot dossiers"], y la pregunta obvia es: ¿ si no quieren gobernar, por qué no se dedicaron a otra cosa ?
[E] Pérdida del idealismo: Hay un choque de culturas donde los valores morales clásicos pierden ante los de la cultura "Marlboro": autos, lanchas, mujeres, y dinero a granel.
Esta cultura nos bombardea con publicidad, video-clips y películas, desde la edad en la que sólo se ven dibujos animados, con el lógico resultado de enraizar esas fantasías, con o sin intención, en los sueños de todos.
¿ Es posible vencer a un sueño ?: Estos son archivados por la gente como lo que son, pero, su buen tiempo que se toman para hacerlo. Probablemente la crisis de "los cuarentas" sea consecuencia de tener que archivar el sueño de seducir a una diva del cine o el de ser convocados para jugar en la selección y ser el héroe de un mundial.
Frente a la vida, frente a cualquier problema que se nos presente, lo primero es reconocer qué papel desempeña uno dentro del problema, para luego dividirlo en dos partes: la primera se refiere al tipo de herramientas [o instituciones] con las que se cuenta y, la segunda, cómo seleccionar a los sujetos que manejarán esas herramientas [o integrarán esas instituciones]. Esto se aplica hasta el caso más extremo de esas mujeres que no tienen una herramienta en toda la casa, pero, tienen una agenda [su herramienta] y saben a quién llamar para cada problema.
Las herramientas [salvo dos: las amas y los instrumentos de tortura], no tienen moral sino utilidad [o servicio], y como dijo Thomas Huxley: "una bellísima teoría puede ser hundida por un pequeño dato desagradable y feo", y el dato desagradable a tener en cuenta es que los sujetos que las manejan tienen sus propias necesidades [sexo y dinero] por lo que sería prudente que si nos enfrentamos al problema de seleccionar personas para integrar las instituciones públicas, estas necesidades ya estén saciadas.
Es discriminatorio presuponer que una persona de buena posición económica no robaría pues ya tiene dinero, mientras que una pobre sería más vulnerable a volverse corrupta. Tanto como es discriminatorio el inconsciente colectivo que presupone que toda persona de buena posición sólo pudo llegar a obtener un buen nivel de vida robando o explotando a los demás.
Pero, si deseamos que se produzca una "fusión espiritual" entre los fines de la institución y los de los individuos que trabajan en ella [un contagio o, más bien, una transmutación de apetencias personales hacia ideales colectivos], como hasta cierta edad es iluso esperar que el idealismo triunfe sobre el materialismo [excepto en la adolescencia por la contaminacíón "cero" de quienes únicamente dependen de sus padres para acceder al dinero], entonces debemos elevar las edades de los funcionarios que manejen altos presupuestos mucho más allá de los cincuenta años, y poner si se lo desea a personas humildes a auditarlos [y que ambos mientras estén en sus funciones tengan prohibido salir del país incluso durante sus vacaciones, en especial a Suiza y otros paraísos fiscales].
La entrega de los adolescentes por empresas idealistas tiene el mismo origen por el que otros adolescentes siguen fanáticamente a equipos de fútbol, y como ambas son obsesivas e irracionales, no deben ni pueden capitalizarse institucionalmente [varios intentaron hacerlo después de la experiencia de Hitler con su "juventud hitleriana"], pues pese a lo muy inteligentes y creativos que son a esa edad, son más los problemas que generan, y por eso los Estados aparte de alguna muy decorativa "Secretaría de la Juventud", sólo los usan durante las guerras.
Los "Ceos" [Chief Executive Officer] criollos de empresas multinacionales, sus lobbistas, nuestros políticos y sus hijos, ya son una sub-cultura Marlboro con su propia ética y estética, a la que se entra siendo un millonario frustrado, probablemente con un título universitario que poco o nada haya ayudado para salir de la pobreza y, obviamente, sin el talento para lograr el reconocimiento y éxito profesional.
¿ Cómo evitar que esta gente sin el menor reparo moral se sirva de nuestra riqueza, porque cree que eso le corresponde por derecho divino ?, porque últimamente de aquí salen nuestros funcionarios de gobierno a los que les brotan todas las debilidades humanas, apenas unas cuarenta y ocho horas después del famoso: "Si así no lo hiciere, que Dios y la patria me lo demanden" [habría que prohibir los juramentos: ¿ recuerdan la foto de la constituyente de 1994, con todos los políticos saludando a hormigas y tratando de poner caras de próceres ?].
Para dar un salto cualitativo en política, hay que descartar los inventos del tipo "oficina de santidad política", o cualquier otro refrito que ya se ha experimentado en los últimos 2.000 años.
Para pasar a un estado superior, la política debe dar un salto casi espiritual, desmaterializándose, desprendiéndose de su viejo cuerpo, o sea, debe desprenderse de los políticos, y no sólo de los políticos de los partidos tradicionales porque, ejemplos como los de Collor de Mello, Fujimori, y Bucaram, muestran que tan rápido se manifiesta el efecto "Dios y la patria...", entre los presuntos reinvidicadores de los valores que la civilidad sabe perdidos entre los políticos de los partidos clásicos dominantes.
[F] Orden por costo: Si construir una aeroisla vale tanto como 800 escuelas, que en el orden de prioridades figure en el número
800, y por ley, evitando así a los "lobbistas" que sobornan para cajonear algunos proyectos, y acelerar otros. Pero,
¿ cómo saber si la aeroisla [que no es una isla voladora, sino una isla aeropuerto rellenando parte del Río
de la Plata], no generará ganancias como para construir el doble de escuelas ?, no hay forma, pero, si va a traer ganancias
que la construya un emprendedor privado a su completo riesgo.
[G] Orden y capacidad: Aquí el problema en gran parte se soluciona pues qué mejor orden que "zapatero a tus zapatos" o sea que los docentes se encarguen de la educación, los médicos de la salud, los diplomáticos de las embajadas, etc.
Lamentablemente, si se siguen todos los pasos legales durante un largo período los "zapateristas" deberán jugar de políticos en vez de poder dedicarse a sus zapatos, siendo primero una minoría en la cámara de diputados para ir creciendo, elección tras elección, hasta dominar la cámara y poder convocar a una constituyente, y otra vez eso nos pone en la situación en que todo dependerá de una persona [en nuestro sistema del presidente que tome la bandera de la reforma].
Esto ya no es un problema sino un dilema histórico varias veces repetido: los pueblos se sacan de encima a los políticos para en poco tiempo tener que ponerse en campaña para librarse de los reemplazantes de los políticos. Un lapso demasiado largo como para que el "Dios y la patria..." no contamine a uno de los reformistas y eso ensucie al resto, igualándolo con los políticos.
Si insólitamente el servicio o función que los primeros reformistas deben dar es no contaminarse, podrían complicarle las cosas a los corruptos si todos sus candidatos fueran sordomudos, porque para sobornarlos tendrían que hacerlo por escrito y, ¿ se arriesgaría alguien a hacer semejante cosa ? [además esto acortará y difundirá más los debates porque se harán por escrito].
[H] La cuestión moral: La izquierda patrocina que el orden es de derecha y equivale a autoritarismo, una verdadera imbecilidad
apostando a ganar la simpatía de la juventud estereotipada como rebelde y desordenada. Obviamente si el orden no es inmoral,
no solo es moral sino práctico. El desafío de seleccionar a la
dirigencia con los valores morales por encima de las ambiciones personales es una batalla perdida: La política es un 25% de
exceso de ambición, 25% de carencia de escrúpulos, un 25% de estudiada comunicación, y un 25 % de incomprensible
carisma, y por lo tanto que un líder sea desordenado, impuntual, desprolijo, suele perdonarse si es carismático, pero,
no suma nada, y la verdad es que deberíamos estar frente a algo cercano a un genio para dejarle pasar tantos defectos.
La "cuestión moral" o sea, definir qué es lo que está bien, qué es lo que está mal y, por último, si para hacer lo que está bien se puede utilizar cualquier recurso, para un político se reduce a hacer cualquier cosa y saber comunicarlo correctamente.
Creo que el fin justifica los medios [como Maquiavelo], pero sólo cuando las personas involucradas en el "fin", tienen parte en la toma de decisión y ejecución de los "medios": ¿ acaso no estamos soportando en las primeras décadas del siglo XXI a un gobierno ampliamente votado, pero, que jamás hubiera sido elegido de no "trampearle" a la democracia interna del partido justicialista, para relegar al ex-presidente Menem ?
Quién ya construyó una familia, ayudó a recibirse a sus hijos, no tiene problemas económicos, y puede despilfarrar dinero en sus nietos, está más lejos del delito que quien no ha ganado nada. Nadie rifa el respeto de los nietos ni hunde en la vergüenza a los hijos por un vuelto en su último cuarto de vida porque tiene otros apetitos, el prejuicioso "cuanto más se tiene más se quiere" refieriéndose sólo al aspecto monetario, es posiblemente una expresión de deseos de quien sin remordimientos utilizaría una posición de poder para lucrar, y choca con que hasta en los más pudientes barrios de las ciudades más ricas hay personas [claro que personas fuera del poder] que al querer más se refieren a igualdad, justicia, y salud para todos.
Hay una satisfacción que premia al acto solidario [y no a la exageración altruista incumplible], o al trabajo bien hecho, que excede al reconocimiento o a la ganancia. Estas recompensas no son para todos los paladares, y hay algo psicológicamente curioso: Para algunos el altruismo de otros no es fácil de aceptar [porque sólo funciona de padres hacia hijos y nunca hacia desconocidos], por ejemplo, si hay una persona mal herida en la calle se le debe dar atención, de lo contrario además de una inmoralidad se estará cometiendo un delito [abandono de persona], pero a partir de aquí en el inconsciente colectivo se ve a la clase alta haciendo "abandono de persona" masivo al aumentar la brecha con las clases bajas, y así se las considera inmorales y delincuentes en bloque,
sin atenuantes aislados que se ignoran [mi ejemplo favorito es el F.M.I. que nos presta muy barato sabiendo que somos muy malos
cumplidores] acusando a diestra y siniestra por la falta de un utópico altruismo inexigible e incumplible, que no reclama
solidaridad sino sacrificarse por desconocidos. Por esto se llega a desconfiar y hasta odiar al altruista que le deja en bandeja
de plata todos los problemas económicos resueltos a sus hijos [también odiados por derrame], cuando por la paralela y más cara pseudo beneficencia
pública se idolatra a funcionarios de gobiernos clientelistas que nunca ponen ni un centavo de su propio bolsillo... ¡ y que no le resuelven la vida a nadie, excepto a sus propios hijos !
Los actos justos, nobles, y desinteresados, a comienzos del siglo XXI, son sospechados de encubrir algo, o de ser un síntoma de santulonería o imbecilidad. Por el contrario, los actos mezquinos y egoístas, no despiertan tales sospechas y, además, son monetariamente justificados: Hoy una persona vale por el dinero y poder que ha acumulado, sin importar cómo lo obtuvo. No es admirado quien trabajó toda su vida para dejarle una casa a cada hijo. El mérito, por el contrario, le pertenece a quién sin trabajar disfruta de una fortuna desde su juventud.
La suma de los valores "juventud, dinero, y viveza" sólo despiertan admiración, como un gol ilegalmente convertido con la mano que se festeja más, no porque sea más espectacular sino, presisamente, porque la víctima lo sufre peor. El funcionario corrupto seguirá reincidiendo aún cuando haya acumulado más dinero del que pueda gastar [insuperable el ex-presidente filipino Ferdinando Marcos, con 5.000 millones de dólares depositados en el exterior], sólo porque al dinero que pasa por sus manos no se ha sido capaz de defenderlo. Así se explica que un funcionario argentino de tercera línea haga su fiesta de bodas en Alaska, por pura "viveza criolla" [¡ sí, se la pagamos todos nosotros !].
[I] Neo lombrosianismo: Nunca se ganará una elección si se propone ordenar a los funcionarios de mayor a menor importancia por su posición económica, pues es un rasgo de la personalidad argentina el estar siempre de parte del más débil.
Pero, votar a un pobre ni lo santifica ni lo inmuniza contra la ambición y el deseo de quedarse con lo que no le pertenece, el espíritu de la Madre Teresa no baja sobre los funcionarios pobres para controlarlos, y suponer lo opuesto [aunque sea más la gente pobre que la adinerada la que puebla nuestras cárceles] es lombrosianismo pero mirando los bolsillos en vez de las caras.
Esto nos pone en un punto donde a priori no podemos elegir a ningún funcionario, cuando si los hijos no deben responder por los delitos de los padres, ¿ por qué un candidato político representante de una clase social debería hacerse responsable por los pecados del conjunto ?
[J] Viveza criolla: Propongo redistribuir el poder como base para redistribuir la riqueza, democratizando los ministerios que hoy no son democráticos pues a los ministros los nombra el presidente "a dedo". Si se llega a tener este tipo de gobierno, que denomino "multidemocracia", cada uno determinará cómo elige a sus funcionarios, y algún orden se deberá adoptar y aferrarse a él hasta que el "dogma" caiga y sea reemplazado por otro orden: por ejemplo los médicos elegirán a los profesionales de más experiencia [y obvio con más edad] y los médicos jóvenes no podrán argumentar falta de democracia pues podrán ser votados, pero cuando tengan más edad, y punto: ese es el orden del sector.
En obras públicas tal vez se apueste al promedio con el que se recibieron de ingenieros civiles sus candidatos, en la asistencia social prefieran descartar a los integrantes de la clase alta, y seguramente en la Cancillería hagan al revés, pero, si no se adopta un orden indiscutiblemente se va a improvisar, y eso es lo peor que podemos hacer, y es lo que venimos haciendo desde siempre.
Hoy tenemos una democracia indirecta-indirecta a causa de la intermediación para seleccionar candidatos que hacen los partidos políticos. La "viveza criolla" más impune es la que manda a nivel interno, y "viveza criolla" no es sino una minidelincuencia [que encima comete la imbecilidad de buscar el aplauso] en principio orientada contra los dominadores españoles, que ahora se vuelve contra la sociedad y por lo tanto es innecesaria, indigna, pijotera, y lo único que hace es molestar y obligarnos a todos a vivir con la guardia en alto desconfiando todo el tiempo sin poder descansar un segundo, y ya fueron suficientes doscientos años de rapiñarnos entre nosotros.
Incluso entre quienes sostienen que la decencia de un funcionario no es un mérito, sino que debe ser la norma, las palabras "honor" y "honorabilidad" son conceptos vacíos, entonces, tanto más lo son para el político. No hemos creado una mística de funcionarios honorables con sed de bronce, ni nació algo emparentado al "voto de pobreza" [tal vez Illia], y sin orden estaremos condenados a seguir así.
Claudio Corniola
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